domingo, 3 de agosto de 2014

¿QUE HAY DETRAS DE CADA FUSIL?

El enfrentamiento armado va cambiando de realidad geográfica y en ese ir y venir que parece nunca acabar, el ciudadano común termina por preguntarse el clásico ¿por qué tantas guerras?, un interrogante difícil de responder debido a que la lucha armada del Siglo XXI o del Tercer Milenio, como se quiera, encuentra múltiples razones pero no tan distantes a aquellas razones de la Primera como Segunda Guerra Mundial. En el “día de hoy” en el Mundo están vigentes 10 enfrentamientos armados:
Ucrania, Gaza, Libia, Mali, República Centroafricana, Afganistán, Irak, Sudán del sur, Siria y Somalia, son los centros de combate del “Tercer Milenio” y si “miramos” el mapa cada conflicto está centrado en un punto estratégico. En una primera lectura de la última década, observamos que los malos dejaron de tener vigencia, para concentrarse en otros escenarios. Primero fue Afganistán, luego paso a Irak, más tarde a Irán y ahora la franja de Gaza, no sin antes azotar la ex Europa Oriental, con una cruenta guerra.
Luego de los dos “grandes” enfrentamientos, asistimos al nacimiento de siglas las cuales surgieron para dar forma a un nuevo diseño de mundo, en donde “hasta hoy” unos eran buenos y otros eran malos, como si se tratara de un reparto estelar de alguna producción cinematográfica. Así nacieron la ONU, la OEA. El FMI, la FAO, el Tratado de la OTAN, el BM, el BID, junto a otras tantas pero con un solo objetivo: servir de contención frente al avance del “otro”, un otro que por sí mismo representaba un modelo propio: la ex URSS.
Pero esa realidad hoy carece de sentido, a la luz de los nuevos acontecimientos que surgieron tras la caída del Muro de Berlín, que no significó el triunfo del mundo de los unos sobre el representado por los otros, sino la derrota de ambos, al perder, esa lucha, todo significado de la noche a la mañana. Continúan, eso sí, como “viejas reliquias” de un tiempo ya pasado, organizaciones que poco a poco van disipando terreno como sentido, pero que necesariamente deben ser reemplazadas por otras capaces de cumplir con la nuevas funciones.
Frente a ellos y a modo de “revancha”, van apareciendo en el horizonte de la geopolítica otras eras, otros mundos, que en la anterior segmentación sí existían pero carecían de valor y de identidad, producto de ese enfrentamiento que se llamó Guerra Fría. Es así que superada la etapa de “reacomodamiento” pero al mismo tiempo de crecimiento, fueron surgiendo nuevas naciones ganando posiciones en la consideración mundial.
Es así como fueron apareciendo con todo su potencial Brasil, Sudáfrica, India, Turquía, Argentina, Méjico, Polonia, Vietnam, Corea junto a otros países que formaron parte de la histórica “ruta de la Seda” y que al ganar su independencia fueron ubicándose como potencias a tener en cuenta a partir de sus capacidades, principalmente desde la identidad cultural de cada pueblo.
Dentro de este esquema asistimos a la aparición de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), por el otro lado y en una suerte de segundo nivel vemos la formación de los MITN (Méjico, Indonesia, Turquía y Nigeria), la UNASUR en reemplazo de la caduca OEA y que engloba a países latinoamericanos, dejando de lado a los Estados Unidos y Canadá. Pero también en el mundo de la Vieja Europa presenciamos el nacimiento de la Unión Europea, con moneda y Parlamento incluido, quedando fuera de ella Reino Unido, Suiza, Noruega, Finlandia, Suecia que mantienen su independencia.
Pero el nuevo esquema geopolítico no está exento de enfrentamientos bélicos. Algunos se explican desde la necesidad de limar diferencias políticas o primacías culturales otras, en cambio, buscan el posicionamiento estratégico sea desde el interés económico de manejar el mercado de un recurso escaso como es el petróleo o por razones indispensables como el contar con el control de una determinada área geográfica. A igual de lo que sucedió en el siglo pasado, las grandes potencias hacen valer su poderío sea bélico, industrial, científico o económico, posponiendo al resto de las naciones que observan, desde la lejanía, que cumplen un simple papel de acompañantes.
Detrás de cada fusil, se cada misil, de cada bombardeo; encontramos razones económicas de peso: manejar el recurso del petróleo, del alimento, del agua, que son vitales para el mundo del III Milenio de acuerdo a un solo criterio, el de la potencia dominante. Argentina, Brasil. Estados Unidos son los únicos países en el mundo con fuertes capacidades para producir alimentos, petróleo y agua. Argentina sola está capacitada para duplicar su producción de alimentos terminados en menos de una década.
Por tales razones es que estamos observando día a día, la presencia en la región de líderes que antaño sólo se contactaban por televisión, por emisoras radiales o por los diferentes medios de comunicación masiva. Rusia y China son dos potencias que pueden ofrecer a Centro y Sudamérica tecnología y “espaldas” financieras a partir de la utilización del yuan, la moneda del Gigante Asiático, a cambio de lo “que ella tiene”: agua, alimentos, petróleo, minerales. Así veremos nacer el petroyuan, agroyuan; reemplazando al hasta hoy, el todo poderoso dólar norteamericano.

A modo de una primera síntesis, podemos afirmar que el “mundo del S XX poco a poco se desdibuja y ese detalle, incomoda y mucho a los Estados Unidos”.

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