La toma fotográfica enviada por ANSA y que muestra las consecuencias
de un bombardeo en Gaza, es una
clara muestra de la voluntad de destrucción y de poco sentido humanitario con
la que cuenta quien ordenó el ataque. Tal realidad, dolorosa y sangrienta, ya
preocupa a muchos países, incluido el Vaticano.
¿Por qué al Vaticano le importa lo que sucede en Gaza? Más allá de los “lugares
santos”, donde se desarrolló la “principal historia” del cristianismo, lo que
le importa es el hecho que en “nombre de Dios” se mate o se extermine. Sabido
es que la región desde hace milenios que vive en un permanente estado
beligerante, más allá de algunos períodos de paz.
Es que esa “Tierra Santa” vio
nacer una religión que habla de paz y amor, pero sus seguidores no lo entienden
así. Inclusive, en ámbitos vaticanos, se afirma que el catolicismo fue la única
religión que hasta el presente hizo un verdadero “mea culpa” y acepta revisar
la visión para respetar a los demás. Se lamentan, muros adentro, que ese
ejemplo no ha sido imitado por las otras religiones o grupos religiosos.
Para cualquier analista
internacional, los motivos de incompatibilidad entre ambos pueblos siempre son
los mismos, sea en tiempos de paz, como de guerra latente o de enfrentamientos
armados. Por lo tanto, la intervención desde el exterior se convierte en
peligrosa porque existe un fuerte motivo de fondo que impide avanzar: no se
registran cambios de mentalidad, apoyado en el respeto por la libertad
religiosa del otro. Criterio que es válido para ambos bandos, no es algo
aislado, es histórico.
La fuerza diplomática vaticana se hace sentir
en torno a este conflicto, ya que en importantes ámbitos no se cansa de afirmar
que sin un cambio en la manera de pensar
y en el formación de las nuevas generaciones, el conflicto entre palestinos
e israelíes nunca será superado, ni siquiera con estrategias diplomáticas –como
hace 98 años atrás- ni con las negociaciones internacionales. La Curia Romana
afirma que para iniciar un proceso de paz, es
indispensable una revolución educativa y cultural para la paz en el Medio
Oriente.
Sin embargo, para llevar adelante
todo este andamiaje es necesario la existencia de una fuerte convicción,
culturalmente fundada, pero el recurso
humano es muy magro para tan grande objetivo, máxime cuando se utiliza el
nombre de Dios para matar o destruir al otro. Para colmo de males, una de las
partes es un aliado de magnitud de los Estados Unidos que no trepidará en recurrir
a la fuerza para hacer prevalecer un criterio hegemónico. Hay marcados
intereses económicos a futuro en la región, porque existe la creencia que quien
maneje el petróleo, manejará al mundo.
En la Franja de Gaza más que cuidar los lugares sagrados hay que poner especial atención a una eclosión
beligerante capaz de arrastrar al mundo a un nuevo enfrentamiento armado, si
rápidamente no se adoptan criterios de acción inmediata en los cuales prime la
paz del mundo, más allá de los intereses de cada religión o pueblo. Es de esperar
que Gaza no se convierta en la nueva
Sarajevo, aquella que dio motivo
para iniciar la Primera Guerra Mundial.
Francisco, ese papa
llegado desde el fin del mundo,
quiere evitar que el estallido bélico se propague a otras regiones, arrastrando
al mundo a un enfrentamiento armado carente de sentido como lo es toda guerra. Pero
tal posicionamiento molesta, porque impide a pocos mejorar su emplazamiento
cualquiera sea el buscado y que lo imaginan así, más allá de las balas que hoy
matan a inocentes.
Frente a esta realidad es dable
analizar y responder si El fin justifica los medios? Es un
interrogante, cual espada de Damocles,
pende sobre la conciencia de dirigentes, autoridades religiosas, jefes
militares, políticos y también, por qué no, sobre el hombre común que simplemente
se limita a recorrer las calles del mundo buscando un sustento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario