sábado, 9 de agosto de 2014

FONDOS BUITRES: NUEVA VARIANTE DEL "APRIETE" HEGEMONICO? PARTE I

Por estas horas el mundo, créase o no, sigue con atención el “tire y afloje” entre el gobierno argentino y los fondos buitres, que tienen a su favor un fallo de la justicia norteamericana. La importancia que adquiere tal entredicho –bajo ningún punto menor- radica en si triunfará un “modelo” de reestructuración de deuda, dejando de lado a los grandes operadores, o se impondrá el criterio de los grandes monopolios.
Es que a la problemática planteada por los fondos buitres hay que analizarla desde una perspectiva mucho más amplia, a la habitualmente conocida: Argentina vs fondos buitres. El estudio debe efectuarse a partir de la definición de “¿qué hay detrás de Argentina?” y el ¿qué hay detrás de los fondos buitres?”. A medida en que se vaya buscando una respuesta a cada interrogante, se puede observar la profundidad y la complejidad de la problemática. Quien triunfe en la pulseada, habrá trazado una línea de acción la cual mantendrá su vigencia por un par de décadas en todo el Mundo. Aquí radica su primera importancia.
La Argentina trata de encarrilar o de reordenar los vencimientos de su deuda externa  a un costo que le permita, por un lado cumplir con los compromisos pero al mismo tiempo, razonable. Tal posicionamiento se presenta como algo sencillo y de acuerdo con la realidad mundial de hoy en día, pero encierra un peligro latente el cual molesta y sobremanera, a los intereses de los Estados Unidos.
¿Cuáles son esos intereses? Para los Estados Unidos el endeudamiento soberano de un Estado es un arma de suma importancia porque el endeudamiento de un Estado busca dos claros objetivos: por un lado fijar la hegemonía de los Estados Unidos tanto monetaria como financiera y, la segunda, tal endeudamiento le presta o actúa como una suerte de garantía en la validación de intereses políticos, económicos o estratégicos, de acuerdo a lo puntualizado por la doctora Noemí Brenta.
Para la economista, tal situación se ve favorecida porque los Estados se encuentran imposibilitados en tomar deuda en su moneda propia, viéndose obligados a tomar deuda en moneda extranjera a partir de los criterios de “mayor estabilidad” de las divisas y al poco, casi nulo, poder de ahorro de las denominadas potencias periféricas. Pero tal esquema cada día va perdiendo validez o se va desdibujando por la combinación de una suerte de circunstancias que se van concretando en el mundo y a un mismo tiempo.
Es que repasando la historia –en especial la de América Latina- se observa que de la conquista, se pasó a la época de los golpes militares, para aprovechar los albores de la democracia en procesos de privatización, para llegar en la actualidad a la aparición de los fondos buitres. Corresponde precisar que cualquiera de las etapas enunciadas respondía a claros procesos de apropiación de recursos naturales de los Estados periféricos, a partir de un mayor endeudamiento. En la época militar que impregnó a toda la  América Latina, fue notorio el proceso de “equipamiento militar” el cual se concretó con la toma de mayor deuda externa.
Es así cómo se llega a la crisis de los 90, era en que se consolidan las democracias, donde los problemas estallan con fuerza en países como Méjico, Perú, Ecuador, Venezuela, Argentina, a la que se debe sumar los países asiáticos junto a Rusia. Tal erupción reconoce un mismo origen: el endeudamiento en divisas y la fragilidad de las economías de países emergentes. Es el mismo caso, haciendo caso omiso a las distancias, del deudor que tomó una deuda superior a sus reales posibilidades de pago. Parte de ese endeudamiento responde al juego que asume el capital especulativo, el cual actúa por fuera del sistema,  pese a lo profundo del tema, poco y nada hicieron al respecto organismos como el FMI, el BID o el Banco Mundial para frenar el juego sucio de ese capital.
Una de las medidas que adoptaron algunos países emergentes, fue el de acordar a comercializar sus productos  con sus propias monedas dejando de lado a las restantes divisas (dólar norteamericano, euro), si bien tal variante no obtuvo gran éxito, lo poco alcanzado alcanzó para encender luces de alarma en los países desarrollados. ¿Qué sucedió? Que los ahorros logrados más las políticas seguidas, les permitió a los países emergentes a acumular grandes volúmenes de reserva en divisas internacionales, trasladando así el problema a Estados Unidos y Unión Europea.
Al trasladarse el problema a los países desarrollados, paulatinamente quedaron al descubierto complicaciones de magnitud de sus propias economías: comenzó a aparecer con fuerza el deterioro de la producción industrial (ya en Estados Unidos, Detroit, una ciudad industrial por excelencia, se encuentra totalmente abandonada), también marca contradicciones el dinamismo tecnológico como el relacionado con la distribución de ingresos; a lo que se le debe sumar el conflicto social: parte por la migración interna de la eurozona como de regiones envueltas en guerras. Como si esto fuera poco, el eje de producción y comercial quedó desplazado en dirección de los países asiáticos, China, Japón, Corea y a las potencias emergentes, como las englobadas en el BRICS.
En este esquema se encuentra la Argentina que está endeudada en dólares pero al mismo tiempo tironeada entro los viejo (representado por los Estados Unidos-Unión Europea) y lo nuevo, que no es otra cosa como la sustitución del mercado por la política, recuperación del trabajo como factor de valor, reindustrialización, redistribución de ingresos, la inclusión social que en síntesis, significa apostar por  robustecer la autonomía de las naciones, tamaño desafío no puede ser nunca ni digerido ni aceptado por las naciones hegemónicas. Cada vez que el mundo siente la voz de Argentina, a los Estados Unidos y a la Unión Europea se les viene a la memoria aquella frase histórica de Néstor Kirchner: “déjenos crecer, los muertos no pagan las deudas”  formulada en la Asamblea General de las Naciones Unidas,  allá por el 2003.
Tal frase no es otra cosa que recobrar la soberanía. Aquí radica el “gran” problema y la única cabeza de turco que hoy tienen a mano, son los “fondos buitres”.


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