Seguridad”
es concepto muy amplio, pero en la práctica de todos los días, tal término tiene
una aplicación bien concreta que se reduce a dos ámbitos: el de las personas y
la jurídica.
Pero
en la medida que vayamos “desgranando” los componentes que influyen en ambos
ámbitos, observaremos que todo tiene un mismo origen: el Estado. ¿Por qué?
¿Cuáles son las causas que finalizan en la figura del Estado?
La
“seguridad” de las personas como de las cosas, depende en primera medida de una
estructura denominada “Policía” y “Fuerzas de Seguridad”. La estructura
jurídica se encuentra -en lo normativo-
concentrado en dos cuerpos esenciales: el Código Penal y el Código
Procesal Penal. El primero rige en todo el país, mientras que el segundo ofrece
una estructura desagregada porque cada Estado provincial tiene su propio Código
Procesal. ¿Por qué? Porque los delitos comunes son juzgados en tribunales
provinciales, mientras queda bajo la órbita del Estado nacional, los delitos
federales.
Como
su nombre lo indica, el Código Procesal en lo Penal dispone la forma de llevar
a cabo las penas que impone el Código Penal. Además de esta aspecto, fija la “forma
de administrar justicia” (si es que se me permite la expresión) que recae en el
proceso propiamente dicho: fija la jurisdicción de un juez, vincula a las partes
a un órgano jurisdiccional, abre el período de preparación del proceso, centrado
en el aspecto investigativo. Lo que dice o establece el Código Penal, se aplica
de acuerdo al Código Procesal Penal de cada provincia.
Este
es uno de los aspectos que dejan abiertas varias ventanas por las cuales se
puede fugar tanto el delincuente, como alivianar un condena. De por sí, el
Código Penal sufrió una serie de modificaciones que apuntaban a reducir los
tiempos de prescripción y hoy, un homicidio preterintencional prescribe a los ocho
años de ocurrido. Esta reforma fue impulsada y aprobada durante la gestión de
Néstor Kirchner.
EL MANEJO POLITICO
Si
el sistema de “seguridad” se debilita con la diferencia de criterios que existe
a la hora de “administrar justicia”, recibe un golpe fuerte a la hora de armar
la estructura tanto del “sistema policial y seguridad” como el referido a la “estructura
judicial”.
En
el armado de estas estructuras observamos la existencia de un criterio similar
al ya comentado. Los gobiernos provinciales tienen su propia fuerza policial al
igual que su cuerpo judicial y la Nación también tiene los suyos. Pero al
momento de designar el personal a cubrir los cargos, prima el criterio de cada
gobernador como el de los jueces, sin tener en cuenta la “especialización
profesional” de cada postulado.
Es
en el armado de estas dos estructuras donde se encuentran serias falencias que
ponen en duda si existe o no seguridad jurídica. En el fuero penal, los
ejemplos se multiplican. Veamos: Santiago del Estero: doble crimen de La
Dársena o el caso Penco; Catamarca: caso de Soledad Morales; Tucumán: caso
Marita Verón y el actual donde está investigado el hijo del gobernador; en Buenos
Aires: el caso García Belsunce, el caso Candela, Un caso paradigmático es el
crimen de una profesora de inglés –el caso ya prescribió y nadie de la causa
queda vivo- de nombre Oriel Briant, el cual quedó impune porque burdos “errores técnicos” a la hora de
confeccionar actas de relevamientos. Más recientemente, en el caso Candela, la
presencia de un helicóptero en las cercanías del lugar donde se encontró el
cuerpo de la nena, borró evidencia. Más atrás en el tiempo, en un country de
Buenos Aires, en el caso García Belsunce el fiscal de la causa pidió a los 30
días de sucedido el crimen, la autopsia del cuerpo.
Tales
falencias, que son muy serias, porque las designaciones de quienes deben
cumplir funciones de seguridad, de investigación, no están debidamente
capacitadas y mucho menos concientizadas de la importancia del rol que cumplen.
Amén
a estos “defectos”, debemos sumar la voluntad política de un gobierno que, en
parte, considera al delito como una consecuencia de la pobreza en que viven. Si
bien es cierto, nunca se dijo el porcentaje de incidencia que tiene.
Mientras
no se supere este cuadro de situación en el que pierde es el cuadro político
triunfante de una elección, en la Argentina nunca habrá ni una justicia
independiente, ni una policía profesional que garantice, a la población, un
alto grado de seguridad.
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