El Gobierno Nacional se encuentra en una
encrucijada nada cómoda para sus planes de corto como mediano plazo. Es que
parte de esa confluencia de inconvenientes proviene desde el “mundo exterior” y
ese cimbronazo se hace sentir con fuerza, y con similares características se
presenta el “cuadro interno”.
¿Qué pasó? y ¿Qué está sucediendo? Son las dos
incógnitas que se plantean cada uno de los argentinos y que los políticos “presidenciables” no atinan a articular
un discurso coherente capaz de explicar una realidad compleja, como esbozar un
principio de solución.
En el plano interno la complejidad para porque
el asalariado, como el jubilado y el trabajador autónomo ven, cada día, que se
reduce su capacidad adquisitiva producto, en parte, por el incremento de los
precios y por otra, la fuerte presión impositiva, cuyo “monstruo” central o más
temido es el de Ganancias.
Tres o cuatro meses atrás, un empleado
medianamente jerarquizado de una cadena de autoservicio, de un hotel o del
transporte urbano de pasajeros, se negaba a realizar “horas extras” porque tal
ganancia era absorbida por el Impuesto a las Ganancias, habida cuenta que los
montos mínimos se encontraban en un escalafón muy bajo.
Esta era una de las complejidades que
paulatinamente enrarecía el “aire interno” y que de la mano del “cepo al
dólar”, fue impulsando el crecimiento del índice inflacionario. Lo primero que
sintió el cimbronazo, fue el consumo, el caballito de batalla del “modelo K”.
Pese a este dato de importancia, el Gobierno hizo “sombras” frente a la
realidad. Demoró en dar respuesta y ahora está tratando de frenar el
descontento.
Un Poco de Análisis
El “modelo” estaba articulado con el fin de: a)
frenar el disconformismo o la protesta social y b) incentivar el consumo. A la
“protesta social” la suavizó con 58
planes sociales, lo que significaba –en el 2013- utilizar una cifra
superior a 64 mil millones de pesos.
Tales “beneficios sociales” se reparten entre el Ministerio de Desarrollo
Social (12), la ANSES (17), aunque también están presentes otras áreas de
gobierno.
Como es habitual en la “liturgia política” de la realidad
argentina, mucho se dijo que tales planes eran con fines electoralistas, parte
robustecido por la dureza del Gobierno de brindar información tanto del origen
de los dineros destinados a financiar cada plan, como el perfil de los beneficiarios y si en
realidad, la ayuda llegaba realmente a quien la necesitaba.
Pero frente a la fuerte presión de gremios,
sectores y opositores, el Gobierno debió reconocer en forma pública que modificar
el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, era imposible
porque alteraba el flujo de fondos con destino social. Pero tal ataque de
sinceridad quedaba “corto” porque los montos retenidos quitaban divisas al
consumo.
Hasta el
2012, la ecuación que hacía Gobierno era simple: los ingresos provenientes de Ganancias
+ IVA, eran usados para financiar los planes sociales, porque hasta esos
momentos el combo era el “óptimo”. En lo laboral el índice de informalidad se
había reducido, los porcentajes de desocupados se ubicaban entre el 6 y el 7% y
las exportaciones eran récord.
Pero todo este castillo de naipes cayó, en
parte porque se enfrió el consumo y en otra, porque la tozudez del Gobierno
Nacional le hizo perder credibilidad; amén a que numerosos planes puestos en
marcha, no arrojaron los resultados esperados y se vio en la necesidad de
retirar los subsidios que gozaban los consumidores a la hora de pagar sus
facturas por los servicios de gas, energía eléctrica, transporte.
Es que hoy se conoció un dato que produce
escalofrío en las espaldas de los funcionarios del Ministerio de Economía y de
los funcionarios nacionales cercanos a la presidencia: por primera vez, desde el 2003, consumo cayó en el primer semestre del
año. El promedio de la retracción de las ventas, habla de un 1,2% para el
semestre mientras que para el mes de junio –comparado con junio 2013- la caída
fue del 2% en los supermercados. Pero tales caídas están acompañadas por
cierres de negocios en el mercado tradicional.
El sondeo realizado por funcionarios nacionales
dan cuenta que la clase social alta,
hoy por hoy, “escucha oferta”; la clase social media, “trata de mantener el control sobre el
consumo” y la clase social baja,
“tiene el ojo puesto en los precios y
camina más, y resigna marca”.
Poco a poco el Gobierno Nacional está siendo
llevado, por la imparable y cruda realidad, a enfrentar una alternativa de
hierro: o reduce la presión sobre Ganancias, a costa de resignar dinero para
los planes sociales.
En el día de hoy, el cuadro de situación es
similar al problema de la “frazada corta”
o tapo los pies pero descubro la cabeza o tapo la cabeza, pero descubro los
pies.
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